Para el post de hoy arranco con esta viñeta de Sarah´s Scribbles que me parece maravillosa:
Sabes que muy frecuentemente te hablo del cuidado que debemos tener cuando afirmamos que toda la música es pura salud, alegría, que amansa a las fieras, etc.
Recuerda que puede ser un arma de doble filo. Sobre todo si pensamos en colectivos en los que la pérdida de memoria suele ser más habitual como, por ejemplo, personas en edades avanzadas o afectadas de enfermedades como el Alzheimer. Que, por cierto, por si no lo sabes, se están haciendo grandes avances con relación a esta enfermedad. Ya te iré contando.
Está demostrado que la música tiene una influencia muy poderosa en personas que forman parte de este colectivo, y muchas veces suele incorporarse la música en centros de día y residencias como una manera de entretenimiento, con una finalidad lúdica, regeneradora y estimuladora, lo cual me parece maravilloso.
Algunos centros incluso incorporan musicoterapeutas para poder ofrecer a sus usuarios una actividad que implique emplear la música en sí misma con una finalidad terapéutica. Es una herramienta que puede ser una gran aliada para la salud, y en este caso muchísimo más, teniendo en cuenta que la parte que procesa la música en nuestro cerebro tiende a mantenerse sana aunque existan otras partes afectadas.
Si bien es cierto, que como decíamos en otras ocasiones, también se ha de tener mucho cuidado, ya que, amigos, no todo vale.
Yo he visto, y veo con relativa frecuencia utilizar la música, en mi opinión, a la ligera, de la mano de personas sin la cualificación y preparación necesaria.
La música, queridos, no solo sirve para recordar. Y evocar ciertos recuerdos, que suelen venir de la mano de un cóctel interior muy potente, y unas reacciones físicas y emocionales diversas, no ha de ser necesariamente positivo para la salud de las personas.
Con esto, insisto, no quiero decir que no sea buena idea emplear la música de forma lúdica o estimuladora por parte de profesionales que no sean musicoterapeutas. Bienvenida sea la música en los espacios de trabajo.
Pero siempre con sentido común, por favor.
Tal vez, veamos reaccionar y emocionarse con “Quizás, quizás, quizás” a una usuaria con Alzheimer, no necesariamente porque esta canción le evoque felicidad y le esté produciendo beneficios a su salud. La música puede remover mucho, y cuando aflora todo ello, debemos tener las herramientas para gestionarlo adecuadamente.
También creo que es importante que los profesionales revisemos nuestros objetivos en el trabajo, valoremos si ciertas reacciones de los usuarios son realmente relevantes para su bienestar, etc.
¡Y no me enrollo más!
¡Hasta la próxima!